Tina se recargó sobre el barandal y retomó su llanto con desesperación.
—…No quiero que me quite a mi bebé, pero también sé que no puedo huir de él. Como padre que ahora eres, me debes de entender. ¿Qué harías si Edward se presenta a tu puerta y te exige que le des a Alejandro? —Se agarró de la sol