—Crees que yo no puedo darte ese amor aburrido… —dijo Will con las manos en los bolsillos y agudizando su mirada.
—No eres así y no pienso obligarte a cambiar —agregó Emma acercándose lentamente, como quien desea acariciar a un león, pero teme terminar sin mano—. En verdad… estoy muy feliz porque h