—«¡¿Qué hiciste, Rebecca?! ¡Tiraste todo y ahora hay que volverlo a acomodar!» —dijo Emma remedando el odioso timbre de voz de su compañera.
Cuando quiso subir la escalera para recuperar su zapato, uno de sus tobillos fue atravesado por una punzada de dolor. A simple vista parecía más regordete qu