—¡Gracias, capataz! —exclamó Marianne y comenzó a rebuscar, concentrándose en las fotos hasta que encontró la indicada, su estómago se llenó de mariposas, pero su gesto se volvió serio—. No hay duda, te das cuenta de que a un hombre nunca le importaste cuando te cambia tan rápido.
Dejó el periódico