—¿Sarah? Ni siquiera la conoces… —dijo Román desconcertado.
—¡Vaya que la conozco! ¡Ella fue la desgraciada que me recomendó venir a esta m*****a mansión a pedir trabajo! ¿Me dirás que no estás enterado? ¡¿Nadie te dijo que tenías que usarme para chantajear a mi padre o eso salió de ti por iniciati