—¿Quién te dijo que un día nos vamos a separar? —inquirió en su oído antes de morderlo con suavidad mientras sus manos se escurrían debajo del camisón y acariciaban con necesidad las curvas de Frida.
—El contrato… Eso dice… —dijo Frida entre jadeos mientras su cuerpo se retorcía.
—Tu libertad no de