-Por favor, dígame que ella está bien- suplicó el joven mafioso, dejando de lado su personaje terrorífico y poderoso que solía utilizar con la gente.
Aun así, el doctor estaba nervioso, y no lo culpaba, sabía la reacción que podía causar en las personas saber quién era él y su familia.
El hombre fingió ver algo en su computadora por un par de segundos que para Ivan se sintieron una eternidad. Había comenzado a clavar sus uñas en su pantalón para tratar de concentrarse en ese dolor y no en las ganas de gritar y protestar que hablara de una maldita vez antes de que se volviera loco.
-Los resultados de la señorita Aguirre han llegado- comenzó a decir sin dejar de mirar la pantalla- Todo está bien.
Ivan liberó un largo y pesado suspiro que no sabía que había estado conteniendo y dejó de clavarse las uñas para pasar sus manos por su rostro afligido pero ahora más calmado.
-¿Entonces qué sucedió?- preguntó cuándo pudo recuperar el habla luego de la conmoción- ¿Qué fue lo que provocó que se