Cierto, había venido a entregar los documentos.
El proyecto con Altamira Desarrollos era lo primero; todo lo demás quedaba en segundo plano.
Debía mantener claras sus prioridades.
Además, solo había sido un vistazo fugaz.
Sofía se preguntó si no habría visto mal.
«¿En serio podría confundir a alguien con un físico tan específico como el de Alejandro?»
De pronto, Sofía cayó en cuenta: el directivo principal de Altamira Desarrollos también se apellidaba Ruiz, igual que Alejandro.
Al pensar en eso, Sofía reflexionó un instante; inexplicablemente, sentía que demasiadas cosas encajaban de forma sospechosa.
Recordó también el costoso regalo de Alejandro en el cumpleaños de su madre, Lorena, y aquel jarrón antiguo auténtico.
Incluso Eduardo, gastando una fortuna, había terminado con una imitación.
Era de suponer, entonces, que el jarrón auténtico había costado una suma considerable.
Aunque sabía que la familia Ruiz era adinerada, un desembolso así no era habitual.
Sofía, sumida en sus pensami