—Mamá, no sabes cuánto me duele verte trabajar tanto todos los días. Me siento fatal por no poder ayudarte más, como si no sirviera para nada.
Lorena miró a Valeria con ternura.
—No es tu culpa, mi amor. Hay cosas de salud que uno no puede controlar. Pero...
Hizo una pausa y miró de reojo a Sofía, que permanecía de pie. Luego, tomando una decisión, añadió:
—El poder debe estar en manos de quien demuestre ser capaz. Voy a pensarlo muy en serio.
—¿Y eso por qué?
Sofía no pudo contenerse por más tiempo. Sabía que su madre siempre había preferido a Valeria, ¡pero nunca imaginó que llegaría a este extremo! Era tan claro que casi se lo estaban diciendo en la cara. Sintió una rabia indescriptible que la quemaba por dentro.
—No se trata de "el porqué de las cosas". La realidad de la situación vale más. Con lo que hiciste hoy, ¿tú crees que puedo confiarte la empresa?
Al ver a Sofía tan obstinada, Lorena también se molestó.
Cuando Valeria escuchó las palabras "confiarte la empresa", sintió un v