Pero al día siguiente, cuando Jimena vio a la pareja salir de la habitación, la sonrisa se le borró de golpe.
Sofía observó la expresión atónita de la joven y sintió una punzada de diversión.
Tan divertida le pareció que hasta se animó a saludarla.
—Buenos días. ¿Por qué esa cara tan larga?
Jimena intentó recomponerse a toda prisa.
Dirigió una mirada nerviosa hacia Alejandro y, como temía, él la observaba con aire inquisitivo.
Jimena intentó justificarse, visiblemente incómoda:
—No es nada. Es solo que… como no te había visto en dos días, me sorprendió un poco. Pensé que te habías enojado y ya no regresarías…
Al escuchar esto, la expresión de Alejandro se endureció.
«Le había costado un triunfo que Sofía entrara en razón», pensó, «¿y ahora Jimena salía con esto?»
Cuando se atrevió a mirar a Alejandro, este le dedicó una mirada de desaprobación.
Pero a ella pareció no importarle. Se apoyaba en la amistad que la unía a Alex desde la infancia; estaba convencida de que, al final, la única