143: Él me interesa.
Silly.
Yo me consideraba cien por ciento heterosexual, y jamás me había besado con una mujer, pero ese momento, se sintió como una liberación, como si terminara de romper con las reglas impuestas de la religión en la que había crecido.
No estábamos drogadas u ebrias, solo estábamos eufóricas.
Ceci y yo nos besamos delante de cada idiota que tenía la creencia de que una preferencia sexual diferente a la que desde el inicio de los tiempos fue impuesta, era un pecado. Fue un beso lleno de euforia pero también lleno de todas las expresiones que queríamos dejar salir.
Entonces cuando paramos y volvimos a vernos a los ojos, ella levantó la bandera que descansaba en mis brazos, era la bandera de los derechos humanos, y tras brincar como loca gritó:
—¡Wooooo hoooo! ¡Viejos infelices!
Fue un espectáculo total.
Ella no se quitó su característica máscara hasta que la invité al centro comunitario y ya solas me dijo:
—Si mi familia se entera que fui yo quien dio ese espectáculo, nunca más podré esc