Fue muy tarde para cuando el Conde Heliar llegó.
¡El carruaje de carga había sido asaltado!
—¡VAYAN TRAS ELLOS! —gritó exigente el Conde.
Hombres a caballo que parecían ser delicuentes de algún grupo de pueblo o mercenarios contratados, llevaban al rehén que con tanto esfuerzo el Conde obtuvo y ocultó hasta del mismo Rey Maitano.
"¡¿Qué se supone que haga ahora?!"
"¡Jamás esperé un ataque en medio camino hacia la tierra de Heliar!"
Pensó el Conde frustrado.
—Volvamos a la capital, mi Lord —sugirió su caballero fiel, Zeth—. Es algo que ya escapó de sus manos, el Rey tiene que saberlo.
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Cuatro días más tarde.
En la capital Maitana.
Yurina Beforth recibió un paquete de parte de su amiga, Caroline Forsten, que ya había partido junto a su padre de regreso al norte de Maita.
La tercera esposa del Rey Maitano, veía la caja de madera, un tamaño mediano, una decoración femenina de patrones de estrellas y rosas, bastante agradable a la vista.
En el interior, varios frascos d