Elena no quería regresar a Villa Flor, pero al salir del trabajo, Silvio ya la esperaba abajo.
A regañadientes, subió al coche, pensando en hablar claramente con él.
—Ya sabes, tengo que trabajar. Si regreso, a veces traeré problemas del trabajo y podríamos pelear.
Silvio le respondió: —En Villa Flor hay muchas habitaciones desocupadas.
Elena objetó: —La villa está demasiado apartada, no es conveniente para ir al trabajo...
Silvio la interrumpió: —Yo también trabajo todos los días y salgo de la villa.
Elena se quedó en completo silencio.
—No pienses en tonterías. Hoy te mudas de nuevo, a menos que no quieras este trabajo, — dijo Silvio sin rodeos, revelando sus preocupaciones.
Elena dudó por un momento y preguntó con precaución: —Antes, no podía encontrar trabajo. Fue por tu intervención, ¿verdad?
Silvio la miró con gran desprecio y se rio: —Con tu educación y experiencia laboral, ¿crees que necesitaría molestarme?
Ella se sonrojó, sintiéndose muy avergonzada.
Pasó un rato antes de que