Iba muy sonriente por aquel centro comercial, el abogado ya había empezado el proceso para solicitar el arresto domiciliario de Alice Taylor y ya Robert había acomodado su habitación, con la cama más cómodo que halló para ella, grande, espaciosa, bien para su espalda y con gran variedad de almohadas.
Se había atrevido a comprar un poco de ropa para ella.
Se estaban llevando tan bien, que ambos sonreían cuando llegaban allí y se veían.
Robert estaba muy optimista con la futura llegada de Alice a casa y se encargaría de que ella obtuviera cualquier cosa que necesitara después.
—Robert.—Aquella voz femenina lo llamó detrás de él y desearía no haber reconocido quién era, pero sus pasos se detuvieron, no porque deseara verla o hablar con ella, simplemente su cuerpo se detuvo.
Bajó la mirada hacia su hijo y luego miró atrás por encima del hombro.
Era Sofía Taylor.
Los pasos suaves de ella lo alcanzaron sin prisa y con aquella expresión dura lo fulminó.
—Sofía Taylor.—Robert torció su boca e