31 Solo mío.

Dulce:

Sus besos me quitaban el aire, sus grandes manos sobre mis pechos me hacían suspirar y desearlo aún más, mis ojos se cerraban con fuerza para contener todo eso que me hacía sentir, deseaba tanto escuchar su voz, es lo que más me gusta del demonio, su ronca y profunda voz.

— Eres tan única, tan hermosa. — abro los ojos de la impresión al escuchar esa sueve voz y es cuando descubro que quien me está devorando no es Pedro, sino Giovanni.

— Tu…

— Eres mi princesa y no sabes cómo deseo convertirte en mi reina. — sus ojos negros con motas verdes me ven con devoción y es cuando mi estúpido corazón late a un ritmo diferente.

— Gio… — no puedo terminar de nombrarlo, ya que su lengua devora mi vagina, siento la humedad crecer entre mis piernas y sé que no es solo por su saliva, este maldito italiano es mi perdición, con sus palabras lindas, y esos ojos que pondrían a cualquiera de rodillas y es lo que quiero hacer ahora, ponerme de rodillas ante él.

— Quiero probarte, quiero tu verga en
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