Dulce sentía la gran mano de Horus acariciar su trasero, se retorció ansiosa por sentirlo aún más, pero lo que obtuvo de respuesta la aturdió, el chasquido se escuchó fuerte y claro en la habitación y de la misma impresión la joven quedo en silencio y completamente rígida, hasta que otro chasquido resonó y ahora si fue consiente del ardor en sus trasero.
— Pero ¿Qué rayos crees que haces? — dijo casi gritando y tratando de colocarse de pie, algo inútil por supuesto, ya que Horus tenía una de sus manos sujetando el lazo con el que había atado sus muñecas y con su otra mano estaba acariciando el trasero de la joven.
— ¿No querías que sea tu Daddy? Bien, este daddy te enseñara a respetar a tus mayores. — la gran mano de Horus descendió una vez más, golpeando las nalgas de Dulce, provocando un fuerte chasquido y el subir y bajar de su frondoso trasero.
— ¡Ay! — se quejó porque eso no era divertido. — Duele. — dijo como si Horus no lo supiera.
— Esa es la gracia, es un castigo niña.
— Tú n