–¡Pero qué demonios! ¡Mi auto! –Gritó Marceline al borde de la histeria. –
El conductor del auto corrió desesperado hacia el vehículo. Tenía toda la parte delantera destrozada.
–¡Señorita Dunhee! ¡Señorita Dunhee hábleme por favor!
Drew oyó aquel nombre y soltó de inmediato a su ex novia para aproximarse al agitado hombre que trataba de abrir la puerta atrancada gracias a las abolladuras del metal.
–¡Señorita Dunhee diga algo por favor! –Al menos quería confirmar que estaba despierta mientras trataba de destapar lo que quedaba del vehículo.–
–No me