[CONTINUACIÓN]
Esa mentira llevaba la huella de Rávena por donde se le viera, pero ni a Difer ni a mí nos sorprendió en absoluto. Solo a Dante que se quedó en shock unos segundos.
—Esa anciana está loca.
Daniel bufó.
—Lo dejaré pasar esta vez —aseguró, extendiendo su mano para que yo la tomara. Con algo de vergüenza por hacerlo frente a Difer y Dante, le di la mano y lo abracé —. Vámonos de aquí —Susurró.
Salimos todos juntos de la comisaría. Nadie dijo nada en el transcurso de la celda hasta la puerta, y de la entrada al estacionamiento. Sin embargo, sabía que en cualquier momento Difer comenzaría a interrogar.
Subí al auto, en el asiento del copiloto, y vi por el espejo como una maravillada Difer y un sonriente Dante entraban al asiento trasero del auto.
Daniel se acomodó tras el volante y carraspeó.
—Lamento lo de allá adentro. Se me pegaron algunas cosas de la familia de mi madre.
Sonreí.
—¿De verdad conoces al fiscal general?
Daniel negó entre pequeñas risitas.
—Mi abuelo sí, es