40 - No soy tan estúpida como tú.
Miró su tobillo, rojo por la cadena que le impedían huir, y luego observó a los inocentes, encerrados como delincuentes o algo peor, como animales. Ya no quería verlos así, por lo que comenzó a mirar a su alrededor, buscando algo que le permita salir para ayudarlos, pero no había absolutamente nada, a excepción de los cuchillos de la comida. Eso serviría.
Un ruido llama la atención, y es la joven que la había atendido cuando llegó.
— Mi señora, el jefe la quiere ver — avisa, esta vez sin ningún tipo de golpes. Ella asiente.
— ¿Estás bien? ¿Nadie te hizo daño? — consultó. La joven negó con una sonrisa sutil, y Holly se calmó.
No la había visto desde que pidió conocer el lugar, y estaba muy preocupada por ella. La joven libero su tobillo y la guio hasta afuera, donde se encontraba una camioneta negra, blindada. Ella obedeció.
Cuando llegaron a la mansión, Holly tenía el rostro cubierto, por lo que no vio el camino, sin embargo, cuando bajó, los hombres de Denis le arrebataron la bol