EDDY:
¡Eso jamás había pasado! Era una situación de esas que dan hasta miedo. Lo juro, no supe como reaccionar cuando mi tonto corazón empezó a latir fuerte al tener su brazo casi pegado al mío.
Las mariposas en mi estómago no se quedaban quietas y mis neuronas me decían que era una tonta por sentirme de esa manera.
—Este es mi sitio —Dijo molesto, viendo a su hermano, quien solo asintió de mala gana y se sentó al lado de Amanda.
Quizá estaba soñando. Es que no lo podía creer.
Desde hace años evitaba mi presencia y se sentaba enfrente solo para guardar su distancia, y ahora estaba sentado a mi lado y aunque ceñudo, no dejaba de verme.
Sí, tenía que ser un sueño.
¿Quién lo entendía? ¿O es que sufría de bipolaridad?
Todo aquel momento de confusión y agitación por parte de mi corazón terminó cuando, de nuevo, la víbora que se había colado a la cena abrió su boca.
—¿Y de que trabajan en la empresa de los Maxwell, señor Mitchell?.
Papá sonrió con un deje de ironía, pero yo lo detuve