Capítulo 31

Pandora:

Tenerlo en la sala de mi casa, descalzo con la camisa por fuera, tirado en el sofá bebiendo una cerveza, fue mucho para mí. Mi corazón se agitaba con cada movimiento suyo y mi pelvis se humedeció cuando se pasó el dedo por sus labios mientras me clavaba los ojos. Me sonrojé y bajé mi mirada

− Uff, como extrañaba ese rojo tuyo –

− Anda, Ramiro, no seas tonto –

− Voy al baño –

Al levantarse y observarlo moverse suspiré, creo que me escuchó, porque se detuvo y me miró con esa mirada centellante que lo caracterizaba. No pude evitar llevar mi lengua por el borde del pico de la botella mientras lo miraba fijamente. Creo que en ese momento lo desnudé con la mirada. Ahora el que se sonrojaba era él. Me dio la espalda y se metió en el baño. Me pasé la mano po
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