La CEO del Oro
La CEO del Oro
Por: Helene
  Capítulo 1.1: El Descubrimiento.

  Capítulo 1.1: El Descubrimiento.

【Camila Luna】

Paso mi mano por mis ojos secándome la evidencia del maltrato que tuve, además que si mi esposo se entera mandaría a quitarles la vida a medio pueblo El Callao, no quiero eso, no quiero que hombres inocentes paguen por lo que dos idiotas me hicieron, en el mercado.

Escucho como mi teléfono suena, avisándome que tengo una llamada entrante, así que bajando la velocidad y al estar detenido el auto porque el semáforo está en rojo, busco en mi cartera que la tengo en el asiento del copiloto y veo que es mi hijo llamándome.

—Cariño, ¿Cómo estás?, ¿Cómo te ha ido en la casa de tus abuelos? — Inquiero animándome, ya que tengo varios días que mi pequeño está con sus abuelos para que no vea las últimas broncas que he tenido con su padre.

—Bien mami, quería saber, ¿Cuándo te puedo volver a ver? — Vacila con un tono dócil y me duele mucho que no puedo ofrecerle lo que necesita ahora mismo que es ser una familia estable.

—Cariño, creo que entre mañana o el lunes te voy a ver. — Le afirmo segura para calmar su incertidumbre, él me confirma que escucho con un “Aja”, silencioso.

—Amor, cuéntame, ¿Qué has hecho?, dime que es lo que quieres que te lleve la próxima vez en la que nos veamos. — Le ofrezco mientras que pego mi teléfono hacia mi hombro para tomar el volante con mis manos, ya que no me falta nada para llegar a mi casa con mi esposo.

—Quiero que me traigas un helado muy grande, porque tengo mucho calor, en esta casa como no hay aires acondicionados ponen abanicos y eso no me refresca. — Manifiesta mi pequeño muy desalentado porque mis padres no tienen las mismas comodidades que nos ofrece mi esposo.

—De acuerdo, mi corazón me aseguraré de llevarte un gran helado de tu sabor favorito, Mi rey bello te dejo porque me pueden multar por hablar por el móvil y conducir al mismo tiempo — Escucho como suelta un bufido de decepción porque voy a colgar.

—¡Está bien mami! —Su voz es lo más hermoso que pueden escuchar mis oídos— Tráeme por favor chocolate con nueces. — Me dice y se me escapa un suspiro.

Me percato de que llego a mi casa, estaciono y apago el auto, voy hacia mi maletero y lo abro para sacar algunas bolsas y caminar hacia la puerta de entrada.

Inserto las llaves en la puerta, le doy algunas vueltas y veo que la han cerrado con doble pase de llave.

Y se me hace extraño porque hasta donde yo sé mi esposo debe de estar en la empresa, así que cuando no hay nadie en la casa se cierra con doble pase de llaves, así que sin pelear más en mi mente abro la puerta.

Al abrir lucho con las bolsas porque están realmente pesadas, subo mi mirada y siento que mi corazón se me va a salir por la boca.

 Trago saliva ya que no sé cómo manejaré esta situación, veo que mi esposo está haciendo venir a su amante en el sofá de mi casa.

No tengo fuerzas para aclamar algo en específico por lo que abro una bolsa y como esta está llena de papas, tomo las papas y se las comienzo a lanzar con todas las fuerzas de mi ser. Ellos antes de que se vengan se detienen.

—¡Hey!, ¡Hey!, ¿¡Mujer que es lo que estás haciendo!? — Pregunta el infeliz que se intenta cubrir con los cojines que tiene a su lado. Ya yo vi todo lo que está debajo para qué lo cubre, más a esa m*****a no.

—¿¡Qué es lo que estás haciendo tú!?, ¿Pedazo de escrot…?, ¿Cómo es posible que estés manteniendo relaciones con la m*****a que se metió debajo de la mesa del comedor? —

 Indago toda ardida por su infidelidad, les sigo lanzando papas a diestra y a siniestra, él de a poco a poco deja los cojines que lo cubrían para caminar completamente desnudo hacia mí, aprovecho este momento para lanzarle más vegetales, le comienzo a lanzar zanahorias.

—¡Ya deja tu estupidez! — Vocifera atajando mi muñeca inmovilizándome por completo.

—Dime, ¿Quién es la m*****a con la que me engañas? — Inquiero tratándome de zafar de su amarre, no me quiere soltar por más que forcejee con él, así que tomo la piña que compre justo antes que el maleante me comenzara a hostigar en el mercado y se la clavó en todo su brazo.

—¡Tsk, m*****a! — Exclama ásperamente, es lo menos que me importa, por lo que corro hasta donde está la desgraciada y me encuentro con la sorpresa de que es mi amiga del colegio Pilar. Así que totalmente ciega la cacheteo.

—¿Con esta m*****a?, ¿¡Qué no me llega ni a los talones!?, ¡Por Jesucristo! — comienzo a jalarle el cabello a Pilar que siempre fue mi confidente en el colegio y ahora es una desleal que se ha venido a meter con mi marido.

Sigo jalándole el cabello, ya que, por mí, esta desgraciada queda calva hoy y ella trata de defenderse como puede, me comienza a clavar sus uñas en mis antebrazos.

En ese momento siento que me levantan por la cintura con mucha fuerza sacándome de encima de Pilar.

—¡Suéltame!, eres un idiota, tengo que darle su merecido a esta desgraciada que aprenda que con lo ajeno no se debe de meter— a lo que mi marido se carcajea por todo lo que estoy soltando por la boca, continúa burlándose de mí y lo miró con desprecio a lo que él tenga que decirme.

—¡Mujer!, para qué vas a darle una lección a nadie, más bien agradece que ella está haciendo mejor el trabajo que tú. Te está atendiendo a tu esposo como es debido, como lo tienes que hacer tú y no lo haces por estar pendiente de otras cosas— suelta despectivamente Fernando, a lo que yo me quedó sorprendida, no sé qué más decirle, me quedé en una pieza con el reclamo que el idiota me está haciendo delante de Pilar.

—¡Pero tú nunca te has quejado de que hago mal!, ¡Nada!, entonces porque te he encontrado haciendo tu fechoría es que soy yo la que estoy haciendo mal las cosas.

Y no puedes reconocer que está envidiosa, que no tiene nada en la vida, quiere lo que yo tengo— soy tajante con lo que digo, me va a salir con que soy yo la del problema y no asume su mal proceder y menos de que mi supuesta amiga no sea leal.

—Además, no tengo la culpa que tú no sepas moverte bien y llegar a cubrir mis necesidades como solo un verdadero varón lo hace— le digo lo que yo también he venido sintiendo desde hace tiempo ya, pero no lo había dejado por mi hijo que no se merece una familia disfuncional, aunque Fernando no sea su padre biológico.

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