El auto se detiene, Nolan baja del coche, sube los escalones de madera, camina hacia la puerta, amaga a tocar y un poco dudoso de que esa sea la dirección correcta, observa a través de la ventana; desde allí puede ver lo que ocurre en el interior. Reconoce rápidamente que es Violeta quien está mirando aterrada a su depredador.
Instintivamente y sin dudarlo, mueve el picaporte, por suerte no está cerrada, entra, toma del brazo al hombre y con furia lo aparta de encima de Violeta. Este sube la cremallera de su pantalón y se abalanza hacia Nolan. Violeta está atónita sin poder modular ni una sola palabra, se cubre la boca con ambas manos.
El estrépito y los golpes entre ambos hombres, alertan a Eliot y Margaret sobre lo que puede estar sucediendo abajo.
—¡Dios, santo! —exclama la mujer—. ¿Qué está pasando? —Eliot seca las manos de la toalla y su rostro, baja las escaleras y no entiende lo que está pasando, ni quien es aquel hombre rubio que golpea a su cuñado.
Al notar la presenc