Sus ojos se cerraron y parecía que estaba teniendo la misma batalla interna que yo.
Bajé la mirada hasta su regazo y pude ver su miembro duro, tensando la tela de su pantalón. Con sus ojos todavía cerrados, retiró su dedo y agarró la tela de mis bragas con la mano. Estaba temblando y me miró con furia y lujuria en sus ojos.Con un rápido movimiento, las arrancó de mi cuerpo.El sonido del desgarro rompió el silencio, alzó mis caderas bruscamente, elevándome hasta la fría mesa y abriendo mis piernas enfrente de él. Sentí cómo el calor invadía rápidamente mi cuerpo, y solté un gemido cuando sus dedos volvieron a acariciar mi clítoris.Despreciaba a este hombre y todo lo que tenía que ver con él, pero mi cuerpo me estaba traicionando; ansiaba que me tocara de la manera que lo estaba haciendo. No eran las mismas caricias suaves y amorosas a las que estaba acostumbrada, pero mi cuerpo sentía un frenesí bestial.Eché la cabeza hacia atrás y