Sebastián
Me levanté aturdido. Tenía la boca seca; creo que he dormido mucho tiempo. Mi hermana se me acercó y me besó en la frente, con lágrimas acumuladas en los ojos.
—Hermano, gracias a Dios te encuentras bien. Ahora lo que tenemos que hacer es trasladarte a un buen hospital para tu cirugía y tratamiento —mencionó mientras acariciaba mis manos.
—Gracias a Dios, he decidido irme a Rusia, para hacer la cirugía. No debes llorar más hermana.
—Sebastián es la mejor decisión. Eres joven y Dios te dará una segunda oportunidad de eso nunca lo dudes.
—Si hermana no te preocupes, se que todo saldrá bien. Ahora quiero ver a nuestros padres —pedí con dificultad.
Mi hermana salió rápidamente de la habitación. Respiré hondo y dejé escapar un suspiro.
—Espero que Anashia y la hija de Alexei estén bien —murmuré para mí mismo.
Enseguida, mis padres entraron y, al verme, se acercaron para darme un abrazo. Me quejé por el dolor, y mi madre se disculpó rápidamente.
—Gracias a Dios ya te encuentras me