>>> Reina Luna Ayseli:

El viento rugió entre las rocas, trayendo consigo el olor a humedad.

Él dio un paso hacia la entrada del portal. La grieta en la montaña vibró levemente, como si respondiera a su presencia.

—Pero ya no hay tiempo para recuerdos —dijo Raymond, con una firmeza que cortó el aire—. Si queremos ganar la guerra que se aproxima… si queremos poner a salvo a nuestras cachorras… tenemos que cruzar.

Mi corazón latía con fuerza. Sentía el temblor de la energía que emanaba del lugar, como si algo antiguo nos observara desde el otro lado.

Raymond se volvió hacia mí, y su mirada era fría, decidida, casi inhumana.

—Dame tu mano, Luna.

Obedecí, aunque el miedo me recorría.

Sacó su daga del cinturón. Sin dudarlo, cortó la palma de su mano. La sangre roja y espesa cayó al suelo, empapando la tierra.

Luego tomó mi mano y repitió el gesto.

El calor ardiente me recorrió los dedos.

Nuestras sangres se mezclaron, cayendo sobre la piedra húmeda.

¡CRAAAAAANK!

Un