—Tal como Malahia indicó —dijo Solem, rompiendo el silencio—, hay un paso oculto al oeste. Los túneles subterráneos que los antiguos lobos usaron para cruzar siguen activos. Lo hemos confirmado.

Aciel sonrió apenas, en un gesto breve, helado.

—Perfecto —su voz resonó grave—. El Alfa Raymond nunca imaginará que llegaremos por las grietas bajo sus propias murallas.

Lucía avanzó un paso.

—Nuestros exploradores confirman que las defensas de Fuerza Aguerrida siguen debilitadas. Su Reina Luna y su Rey Alfa no han vuelto de su viaje. Los guardias están nerviosos.

Solem alzó la mirada hacia Aciel.

—¿Estás seguro de poder liderar el ataque?

Alfa Aciel apoyó ambas manos sobre la mesa. La madera crujió bajo su fuerza.

—No tengo opción —la voz de Aciel se volvió más baja—. Raymond tiene a Ayseli, y debo matarla a ella y a sus crías. Tienen a Malahia y esa hembra; es mi mate… por último. Sé que mantienen viva a Malahia para usarla de cebo; probablemente ya saben que es mi destina