En cuanto Adriel terminó de hablar, Xander, lleno de furia, lo agarró de la solapa de la camisa, acercándolo de manera amenazante.
—¡¡No te metas con mi mujer!!—, rugió con un tono de voz peligrosamente grave.
Adriel se mantuvo muy calmado, y sin inmutarse:
—Tú eres el único que tiene derecho