—Aria…
—La justicia divina existe —celebra con tono malicioso—. Y se aplicó en ti.
—Supongo que sí —murmuro—. En fin, lo puedo aceptar si eso significa que tú no vas a tener náuseas.
—No lo creo. Tuve demasiadas en mi embarazo.
—Pero…
—Supongo que soy una buena actriz —se encoge de hombros—. Y ademá