—Ellos… saben que eres su papá —me confiesa Aria—. Mejor dicho, saben que el señor monstruo es su papá. No pensé que fueran a reconocerte la voz, no tan rápido.
—¿Todo por ese grito? —pregunto, anonadado.
—Sí, Alec, y porque siempre supieron que trabajo contigo —me confiesa ella—. Nunca les oculté