Gian no responde, él está demasiado ocupado conmigo como para contestarle a su asistente. Mi cabeza descansa en su hombro derecho y mi respiración es rápida, los últimos vestigios de mi orgasmo aún me invaden, igual que Gian; su cuerpo se estrella contra el mío una vez después de otra. Seguramente Julissa puede oír el crujir del escritorio, debería poder oírlo.
—¿Excelencia? —vuelve a insistir, igual que Fanny en su momento.
Gian se corre gruñendo a través de los dientes fuertemente apretados, me aplasta contra él con una mano y mientras se sujeta al borde del escritorio con la otra. Noto como su semen se derrama en mi interior, llenándome hasta que lo siento escurrirse por mis muslos y gotear directo a la alfombra negra. Mis piernas se deslizan de sus caderas y terminan balanceándose inertes a cada lado suyo, contra sus muslos. Es extraño, ahora mismo me importa un carajo tener su semen dentro de mí, apenas ocupa un segundo de mis pensamientos.
Suspiro, sint