43. Reza al cielo y al infierno
—¡Liam! ¡Por Dios! ¡Mi hijo! ¡Ese hijo es mi hijo! ¡Es mi hijo! ¡Yo soy su madre…!
Clara sigue removiéndose de las manos que sostienen su cuerpo y la alejan cada vez más de Liam.
El llanto de Liam es fuerte y quiebra su corazón en mil pedazos. Siente que su cuerpo flaquea porque la distancia se hace mucho más grande, alejándose de la única razón por la que sigue haciendo esto, su niño, su hijo, su vida, su pequeño…
Lo mismo que sintió cuando Ronalda le dijo que su hija había muerto.
—¡Mamá! ¡Clara!
El pecho se contrae una vez que escucha a Naia también desde la distancia en los brazos de Virginia y quizás no había tenido tanto sufrimiento en su vida como ahora. Es como si le arrancaran parte del corazón y ni siquiera puede defenderse.
—¡¿Por qué nos hacen esto?! —grita con fuerza entre llantos, enloquecida. Sus ojos viajan a Virginia—. ¡¿Por qué me haces esto?! —le grita con lágrimas en los ojos—, ¿¡Por qué…?! —se le quiebra la voz cuando ya se da cuenta que comienzan a esposarla—. ¡