Cap. 5:  CONTRADICCIONES

Cap. 5:  CONTRADICCIONES

Después de más de cuatro años del divorcio de Ricardo e Isabel…

Ricardo Del Hoyo sigue lamentando el haber dejado que, todo lo relacionado con Isabel, se decidiera tan precipitadamente. Tanto la casa como su propia vida estaban siendo desastres sin sentido, sólo las empresas seguían en auge.

—Mamá, tienes que buscar a una nueva ama de llaves, desde que Maita se fue, esta cocina es imposible —dijo Ricardo y soltó la servilleta en la mesa y se dirigió a su habitación.  Al cabo de unos minutos bajó vestido y se fue.

—¿Deberíamos buscarle una mujer para que se case?

—Aunque no descarto la posibilidad,  pienso que él, en todas, busca la perfección que tenía en Isabel —dijo Marco—, y sabemos que no la va a encontrar en otra mujer porque la realidad es que él  sólo quiere encontrarla a ella de nuevo.

Mientras  tanto en el departamento de Mariana Rivero. Ella está pidiendo constantemente a Ricardo que solvente su situación con ella. Ricardo ya ni siquiera charla con ella. Es así como Mariana decide confrontarlo esa noche.

—Ricardo —le dice ella, mientras se le encima sobre el sofá, él estaba en sus pensamientos—, Tú y yo deberíamos casarnos, pero sigues sumido en un pensamiento continuo, desde que Isabel se fue no haces más que pensar y sé que es en ella que piensas,  ya ni me buscas íntimamente.

Ricardo se volvió a verla y sin más la besó apasionado, ella se pegó a él, pero Ricardo la separó y al mirarla, en su ensueño vio el rostro de Isabel, enseguida sus ojos se velaron por el deseo y sin más la poseyó en ese momento. Mariana se sintió volar en las nubes por la forma tan apasionada y salvaje  en que Ricardo la hizo suya. Después de ese arrebato, Mariana, aún desnuda en el sofá, lo miraba complacida, mientras tanto él se vestía apresurado.

—Ricardo,  deberías quedarte conmigo esta noche.

—No pidas más de lo que yo puedo darte, Mariana. Yo no quiero tener nada serio con nadie, no quiero compromisos ni matrimonios, si te conviene bien y si no, terminamos de una vez.

—Ricardo, acabas de hacerme el amor como nunca y ahora me dices esas cosas —le reprochó.

—¿Cómo nunca? —La miró frunciendo el ceño y luego le dijo de mala gana—: Fuiste solo un espejismo esta noche Mariana, perdóname, yo no siento ya nada por ti. Mejor nos olvidamos de este absurdo.

Mariana se quedó mirándolo mientras se dirigía a la puerta, entonces entendió el significado de sus palabras. Tomó  la copa que él dejó vacía en la mesa y se la lanzó justo cuando él cerró la puerta tras de sí.

—¡Estúpido, me hiciste el amor pensando en ella!

Ricardo salió aún abrochándose la camisa y se fue a toda prisa. Ya no la visita al departamento desde hace un tiempo, pero se ven esporádicamente. Mariana aún mantiene la esperanza de que se case con ella.

Sus padres le concertaron un matrimonio nuevamente, con la hija de un gran empresario Norteamericano que visitaba España y que propuso la unión de las dos empresas tras el matrimonio con su hija mayor.

Ricardo se negó rotundamente, alegó que las empresas estaban bien con él y su padre, que no era necesario ni un socio más para la empresa y mucho menos un matrimonio forzado para él.

—Mara, creo que mejor lo dejamos a su libre albedrio, cuando él quiera y con quien él quiera —refutó ya cansado don Marcos.

Mientras tanto Eneida, trataba de ganárselo.

—Ricardo mañana tengo una entrevistas con un chef de cocina vegana, creo que te será de gran ayuda, porque ellos no usan especias. ¿Te parece si dejo alguno y probamos con sus comidas?

—Haz lo que quieras, Eneida, igual nunca como en esta casa.

Todo era una contradicción con él.

***/***

Esa noche, Isabel, quien había cambiado su número telefónico, extrañamente recibe una llamada de su hermana Sofía.

—¿Quién habla? —contesta al ver el número desconocido.

—Isabel, soy tu hermana, Sofía.

—¿Sofía? Hermana, ¿cómo estás? —le dijo Isabel, sorprendiéndose—. ¿Cómo obtuviste este número?

—¿Eso es lo único que quieres saber? ¿No preguntas por nuestros padres?

—Disculpa Sofía, la verdad estoy extrañada, ellos son los que no quieren saber de mi, y la verdad, si, claro que quiero saber de ellos, son mis padres y los amo.

—Isabel, mi papá quiere verte, mi papá quiere que vengas, él está muy enfermo, quizás sea la última vez que lo veas con vida.

Isabel. Queda muy preocupada. Casi ni puede dormir.

A la mañana siguiente, toma a Ricardito, su hijo mayor, por ser el más tranquilo e inteligente, deja a la niñera con Marcus y  Maiara y se va a la ciudad a saber de sus padres. Lleva sólo uno, no quiere que sepan que ella parió trillizos.   

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