Capítulo 18. No me dejes caer en la tentación

Cuando Marcos, la vio retirarse inmediatamente se alejó corriendo de Líam, dándole un empujón, dejando al hombre desconcertado, mientras él corría al baño con unas fuertes arcadas. 

—¡Qué asco! Besas horrible, es como besar a un sapo —dijo desde el baño y comenzó a cepillarse los dientes.

—¡Eres un idiota Marcos! Fuiste tú quien pegó sus labios de los míos, además, eres el primero en decirme eso, porque a quienes he besado hasta ahora,  dicen que no hay besos más ricos a los mío —señaló con molestia— Además ¿Acaso tú has besado un sapo par compararme?

—Si, a ti. Y ya veo, todos te han mentido de forma descarada, y definitivamente los hombres no son lo mío. No deberías molestarte conmigo, estás habla

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