Lía cuando lo sintió levantarse se puso nerviosa.
«¡Ay bebé! Se me pasó la mano con tu papá, le debí dejar algunas prendas buenas, vamos a buscarles unos calcetines míos y se los prestamos», se dijo mentalmente sin siquiera atreverse a respirar, para que no se diera cuenta de que ya había despertado.
Después de verlo salir, buscó en su ropa y luego bajó las escaleras poco a poco, rogando en su interior que no se molestara, pero eso sería un milagro demasiado grande y eso quedó comprobado al escuchar llamándola por su nombre y apellido completo, su grito retumbó por toda la casa, se iba a regresar corriendo por las escaleras, mas él fue más rápido y la encontró, la detuvo con un fuerte tono de voz.
—¡Detente allí cobarde! ¿Cómo pudiste arruinarme todos mis calcetines