Los esposos Esteban Ontiveros, luego del colegio de sus hijos terminaron yéndose a la casa de la infancia de Lía, entretanto Marcos decidió llamar a uno de sus guardaespaldas para que se llevara su auto a la mansión, mientras que él conducía el de su esposa.
Apenas entraron a la casa, se desató la pasión de emociones entre ellos y como un día lo soñaron no hub0 ni un solo espacio de la casa donde la feliz pareja no se demostrara su amor, entre besos, caricias, abrazos, se entregaron a todas esas sensaciones que los llevaba al límite más alto del placer una y otra vez.
Marcos cargó a Lía, la llevó de nuevo a la cama de la habitación principal sin dejar de abrazarla.
—Amor, ¡Es increíble! Dos semanas en el paraíso con mi Eva personal —sonrió con picardía.
—Y yo con mi Adán personal,