El timbre de la villa se escuchó, Donovan fue a abrir, dos hombres estaban parados afuera con unas máquinas en sus manos
Señor Heineken, aquí le traemos su encargo
Pasen y dejenlo sobre la mesa. - respondió el frío mafioso
Los dos mal encarados hombres obedecieron y salieron de inmediato
¿Se le ofrece algo más señor Heineken?
No, no se me ofrece nada, ya pueden irse
Carolina de inmediato identificó las dos máquinas que habían traído, era para contar billetes, las había aprendido a manejar desde que era una niña
Donovan no iba a traer a nadie a la villa, tuvo que mandar traer las máquinas para contar los 20 millones de dólares del costo de la casa y poder marcharse
Carolina se puso de pie y comenzó a acomodar todo, ella era una experta pero Donovan también lo era, ambos habían crecido así contando fortunas billetes, sus movimientos no pasaron desapercibidos para el hombre, la analizaba en cada paso que daba, ya era una costumbre para él, debía estar siempre pendiente de todo o no dura