NARRADOR
Mijaíl reconoció la voz de su gran amigo y examante el Don Lucca de la Rúa, salió a toda prisa a su encuentro, al verse se abrazaron y sin desparpajo alguno el Don beso a Mijaíl con lujuria gimiendo mientras disfrutaba ese beso, el ruso no se quedó atrás porque su lengua jugueteaba con la de Lucca, cuando dejaron de besarse ambos sonrieron y el Don exclamó.
—Te extrañé mucho, estaba aquí en el país desde hace un mes, solamente que no quería entorpecer tu vida amorosa con tus esposos. Sé como los amas y ellos a ti. Por eso cuando me llamaste y me pediste que te ayudara, la verdad es que... no quería verte porque no me aguantaría besarte como ahora lo hice. Sabes que lo hubiese hecho delante de tus esposos y... Tú me entiendes.
Mijaíl sonrió todo pícaro y le dio la mano para llevarlo hasta la sala y en el umbral de la puerta pararon y con su dedo índice señalo a sus esposos quienes estaban entretenidos con los bebés, entonces le exclamo con tono burlón.
—Aquí están mis esposos