CAPÍTULO 04

"Vista al pasado II"

Los gritos se escuchan por todo el lugar, incluyendo las paredes del recinto donde nos encontramos Allek y yo, en espera del nacimiento de nuestro posible único hijo.

— ¿Estás segura de esto?— el tono de preocupación e inseguridad que tiene me eriza los vellos de la columna. Lana y Lore las fieles seguidoras de mi esposo, quienes no poseen ojos caminan de un lugar a otro en espera de la señal para que el nacimiento inicie, lo cual es la luna cubierta de sangre como dicen en el pueblo, que es el momento adecuado.

—Muy segura— hace una mueca al ver mi cara cuando una contracción hace de las suyas, se acerca a mí y une nuestras manos. —No te preocupes, estaremos bien.

Debido a que él se ve mucho más preocupado entre los dos, opto por la opción de darle ánimos. Su familia, custodian las puertas de la mansión para que ellos "los demonios" no entren a poseer el cuerpo del recién nacido, ya que; muchas personas asumen que será la salvación de este mundo oscuro.

Hace seis años llegué aquí y conforme iba pasando el tiempo las cosas fueron dejando de parecerme extrañas, repugnantes y fuera de sí. Porque, en serio una vez que amplias la mente y vez todo desde otra perspectiva no resulta tan malo, eso y que aquí desvele aquel misterio que siempre me rodeo desde pequeña.

— ¡Falta poco!—Barto, uno de los tres fundadores arroja la puerta con su ráfaga de viento asfixiante.

—Lo sé, puedo sentirlo. —Responde aspirando profundo —Pero, no se... Presiento que algo no va bien.

Barto mira por sobre el hombro a Allek y se dan esa típica mirada que dice mucho entre ellos, un lenguaje que tan solo los tres grandes saben interpretar. Demián, el último de ellos entra por medio de un agujero negro que se abre desde el suelo, de donde provienen gritos de horror y un olor repugnante de azufre, sangre y putrefacción.

Me causa arcadas de tan solo tenerlo cerca y él lo sabe muy bien, porque desde que tengo memoria coloca esa sonrisa llena de colmillos afilados como citando a la muerte para mí.

—Que... ¿linda?—dice haciendo un gesto de asco luego de pronuncia las palabras más insólitas de su larga existencia.

—Gracias—golpeo fuerte mi puño con la pared causando daño en el mismo y un dolor menos agudo que hace disparar todos los sentidos, distrayendo de momento la mente de esos dolores tan horribles que siento.

— ¡Ayuda! —el grito de una de las mujeres de la puerta hace que todos miremos en dirección al pasillo, al parecer los demonios han empezado el ataque que tenía años preparando.

—Me encargare de algunos, Barto —ordena — ve afuera y demanda a tus cazadores que no dejen a ninguno vivo, deben morir como lo que son "una escoria" —escupe haciendo un agujero en la pared y desapareciendo por el mismo.

—Me voy—Ambos se dan una mirada penetrante y luego, de la nada su cuerpo de esfuma dejándonos nuevamente a los cuatro en el sitio.

— ¿Señor?—pregunta Lore, con la cabeza gacha dejando a la vista de la escasa luz el velo blanco que caracteriza a los sirvientes reales.

—Comiencen, si nace lo antes posible mejor. —murmura sin apartar la mirada de la puerta.

El dolor se filtra en mi sistema cayendo y siendo más punzante en las costillas, las piernas y la cadera haciendo que pierda el control de mí.

Grito.

Lloro.

Gimo.

Lloro.

Todo sin medir que afuera se encuentran en una guerra decisiva en este justo momento por el mundo oscuro, hace miles de años hicieron un pacto con esas cosas pero ellos no cumplieron su trató así que decidieron dar por terminado esa alianza, cosa que los demonios no deseaban por estar beneficiándose de las almas negras que los oscuros no podían controlar por cuenta propia.

Esas almas negras, son niños que no hacen caso a nadie en absoluto y como su inexperiencia es muy grande, destrozan todo en cada paso que dan incluyendo a su propia gente.

He tenido que ver como familias son destruidas por demonios que poseen los cuerpos vacíos de los niños haciendo que llegaran al acuerdo de no crear en los barrios bajos, solo son exclusivos para las familias de sangre pura. En este caso, la de Barto, Demián y Allek, los tres grandes líderes de este mundo...

— ¡Es hora! —grita alarmada Lore, su ayudante Lana flota tal cual como un espectro de lugar a otro buscando las cosas necesarias para el bebe.— ¡Puja! ¡Puja! ¡Puja!

Me contraigo de dolor, pero igual hago caso a lo que gritan solo por salir lo más rápido posible de este sufrimiento que nunca imaginé. Allek me mira por sobre su hombro con una mirada llena de deseo, porque por mucho que me ame él igual seguirá sintiendo esas ansias de verme sufrir hasta fallecer.

—¡Salió!—el dolor cesa luego de que Lana coloca sus manos sobre mi frente murmurando palabras en otro idioma, Lore saca al bebé y corta el cordón luego procede a hacer todo los procedimientos que faltan conmigo y dejo caer ambas piernas sobre la cama cubierta de sangre.

— ¡Es un...—la puerta es azotada y Allek arrojado contra una de las paredes, entra una sombra enorme con cuernos y dientes afilados riendo, es espantoso incluso más que las formas de caza que toman los oscuros.

Me siento débil, agotada y la mirada se me está tornando borrosa.

La risa maquiavélica del monstruo inunda la habitación, alza una de sus garras sobre mi bebe y cuando quiero gritar, pedirle que se aleje no soy capaz. Una especie de humo de color negro sale de ella y poco a poco va cubriendo a mi pequeño hasta dejarlo fuera de vista, estoy por caer desmayada cuando veo a Barto junto a Demián atacar al demonio con unas espadas de forma extraña.

Luego de eso, no supe más de mí alrededor, todo se volvió oscuridad.

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