Un "pero" en alguna parte.

Sintió las mariposas revolotear en su estómago ante esta revelación, lo que la llevó a pensar que podía tener una inclinación por los hombres con autoridad. Aunque, honestamente, no había otros hombres en su vida. Solo tenía ojos para su jefe y eso… la asustó un poco.

—¿Algo va mal? —preguntó su jefe, arqueando una ceja.

—No, señor. Todo está bien —replicó, mirando la agenda portátil.

El silencio creció entre ellos y lo tomó como un momento de reflexión interna. Sabía que su jefe no pararía hasta encontrar una solución con lo que estaba ocurriendo con el vicepresidente. Por su parte, no estaba dispuesta a permitir que el apuesto hombre tuviera de nuevo sobre sus hombros las centenares de tareas que había estado delegando. Había visto mejoras en su jefe, tanto en su estado anímico como en su estado físico. No podía negarse el hecho de que, desde que su jefe comenzó a delegar trabajo, descansaba un poco más. Dormir, comer bien, tener tiempo para hacer ejercicios… Ella lo había notado
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