Una semana antes.

Lejos de la mirada de su asistente, pasó casi una hora reflexionando en su vida personal, privada y amorosa. Bueno, ciertamente no tenía una vida amorosa, más allá de algunos encuentros casuales con personas que había conocido en su momento.

Las relaciones que tuvo no fueron duraderas. El tiempo máximo que había durado con alguien fueron solo escasos cinco meses y eso era decir bastante. Siendo honesto, no creía que fuera un hombre desapasionado o desinteresado. Era del tipo de hombre que cuando estaba con alguien hacía todo lo posible por mantener a ese alguien complacida. Sin embargo, cuando las cosas tomaban un nuevo rumbo para avanzar al siguiente nivel en la relación, solo… lo dejaban. La realidad era que quería tener una relación estable, quería tener a alguien que lo esperara en casa o, ¿por qué no?, que lo pasara a ver a la oficina para ir a almorzar. No estaba pidiendo mucho, ¿verdad?

Su mente lo traicionó, trayendo recuerdos fugaces de su última relación