—¡Mami! —Maylene suelta una sonrisa de alivio al oír las pequeñas voces de sus niñas, y se agacha sin entrar del todo al departamento para recibirla.
La vocecita de Hannah suena como si hubiese llorado, hipeando mientras arrastra su peluche y da pasos en sus pequeños pies descalzos y gordos.
—¡Mam