1953-solamente Esther y Angélica

Angélica siguió trabajando en el vivero día a día, cumpliendo con su labor de una forma disciplinada, aprendiendo de Esther, y hasta disfrutando de un trabajo que en principio solo aceptó por necesidad.

Laura ya no iba al vivero, su tía la cuidaba a ella y a su hijastro, ya sin trabajar en la escuela, Ana se había convertido en la ama de casa perfecta, la esposa sumisa y callada que Harold había moldeado.

Había sido un sábado muy movido, lleno de clientes, ventas, y algunos arreglos para que proveedores vinieran en lugar de que Esther debiera ir cada tanto tiempo a hacer compras. Un sábado agotador.

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