Mi mirada se dirigió a Clay, que me miraba con algo que parecía un poco de aprobación.
Por favor, mantén alejadas a las personas que amamos. Díganselo, pero no dejen que interfieran. Encontraré una salida. Parece que a Enzo no le caigo bien. Haré que me quiera menos.
Gruñó. «No puedo dejarte ahí sin hacer nada, Amarillis. Podría matarte».
—Mejor yo que el resto de nuestra familia—.
Se quedó en silencio por un minuto.
Un minuto largo.
—Me cambiaría por ti en un instante—, dijo con dolor en su voz.
—Lo sé. Te amo.—
Yo también te quiero. Diles que visitaré o enviaré a mi Beta todos los días para asegurarme de que sigues con vida.
Mierda.
Me mordí la mejilla por dentro. —No creo que Lucas sea buena idea—.
—¿Por qué no?—
Casi gemí.
Supongo que debería haberle dicho antes que su amigo más cercano estaba interesado en mí.
Me aparté de Clay y bajé la voz. «Pregúntale qué siente por mí. Enzo podría querer matarlo si se entera. Si el Rey Magnus es posesivo».
Es un lobo, y es el puto Rey Magnus.