Nikolai permanece inmóvil en el altar, su mirada fija en la puerta por donde Ángela debe entrar pero al pasar los minutos no sucede nada, impacientandolo. Los invitados comenzaban a murmurar, intercambiando miradas de curiosidad y preocupación. La media hora de retraso se hacía cada vez más evidente.
Su primo James se acercó a él y le dio una palmada en la espalda.
— Tranquilo, Nikolai, las mujeres les gusta hacerse esperar. Es su forma de llamar la atención — dijo James.
Nikolai se giró hacia él, su rostro tenso.
— Ángela no es ese tipo de mujer — respondió.
James sonrió.
— ¿Tanto la conoces? — preguntó.
Nikolai lo miró con intensidad.
— Pues tú deberías saberlo, no estuviste dos años con ella — dijo.
James se encogió de hombros.
— Eso fue hace tiempo. Pensé que habría cambiado — respondió.
Nikolai sintió una oleada de desespero. ¿Dónde estaba Ángela? ¿Por qué no llegaba? Su mente comenzó a llenarse de pensamientos oscuros.
— ¿Crees que algo le haya pasado? — preguntó, su voz baja y