— ¿Estás segura sobre la decisión que estás tomando, Mariana? —pregunta Ángela, con voz suave.
Mariana mira hacia abajo, su voz apenas audible.
— ¿Qué decisión tomarías tú si te violan y quedas embarazada? —dice Mariana, con lágrimas en los ojos—. No quiero tener ese recuerdo. No puedo tener un hijo así, no de esta manera.
Ángela mira a Nikolai, que se mantiene callado, sin saber qué decir. Luego se vuelve hacia Mariana.
— Mariana, entiendo que esto es muy difícil para ti —dice Ángela—. Pero ¿has pensado en todas las opciones? ¿Has considerado que ese hijo podría ser un símbolo de esperanza y resiliencia?
Mariana sacude la cabeza.
— No, Ángela. No puedo verlo de esa manera. Solo veo el dolor y la violencia que me han hecho —dice Mariana, con voz temblorosa—. No quiero que mi hijo crezca sabiendo que fue concebido de esa manera.
Ángela asiente, comprendiendo.
— Entiendo, Mariana. No te juzgo. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, sin importar lo que decidas —dice Ángela—. ¿Qué