En la mansión Makis, Morgiane se había entronizado como la directora de facto de la casa. Su encuentro con Amaya fue una obra maestra de manipulación; ella no reveló la farsa de su amnesia. En cambio, se mostró como una víctima, una mujer desvalida y que no la conocía, desatando un torrente de lágrimas falsas mientras contaba cómo Ivory la había encerrado en una habitación y la había maltratado. Inventó todo tipo de calumnias que hicieron que Morgiane, sin conocer a la esposa de su sobrino, se propusiera domarla y asegurarse de que siguiera las normas de la casa y, sobre todo, que respetara a su hermana.
Cuando regresamos exhaustos, listos para descansar, nos encontramos con un revuelo en la mansión. Los sirvientes estaban inmersos en una limpieza exhaustiva, moviendo muebles y objetos de un lado a otro bajo las órdenes de Morgiane. —¿Qu&