ILÁN:
Tras la partida abrupta de Eleonora en manos de los médicos, el grupo se encaminó hacia la majestuosa residencia de Ivory Cloe. La mansión, imponente bajo el manto nocturno, resplandecía con una belleza etérea, tan cautivadora como durante el día. El aire estaba impregnado del aroma embriagador de los jazmines nocturnos y otras flores que adornaban el jardín, creando una atmósfera casi onírica.
A pesar del ambiente festivo que parecía envolver a la mayoría, celebrando el aparente final de las maquinaciones de Dafne, Eleonora y Geraldine, no podía evitar que una sombra de tristeza nublara mi semblante. Mis ojos, perdidos en la distancia, reflejaban un torbellino de emociones contradictorias. Aunque Eleonora había sido la artífice de innumerables sufrimientos para mí, los recuerdos de una infancia compartida aún pesaban e