Mientras tanto, en el hospital, los médicos habían logrado estabilizar a Ivory Cloe, quien parecía haber perdido las ganas de luchar por su vida. Acostado a su lado, no dejaba de rogarle perdón y expresarle mi amor. Con lágrimas en los ojos, le suplicaba que no se rindiera, que no me dejara solo en este mundo cruel.
—Yo sé el daño que te hice, Ivo. Ahora comprendo todo lo que has sufrido en tu vida —susurré, con la voz quebrada por la emoción—. Vi cómo has trabajado sin descanso casi desde que naciste junto a tus amados padres. Juro por todo lo más sagrado que haré que paguen por la difamación que han hecho sobre ellos, pero te necesito. Lucha una vez más; si no es por mí, hazlo por ellos.Tomé la mano de Ivory entre las mías, acercándola a mis labios mientras continuaba:—Debemos limpiar las infames mentiras que han dic