143. EL DOLOR DE IVORY
El dolor de Ivory había nacido de la traición, de la pérdida, de la soledad. Era un dolor que surgía de un amor roto, de una confianza traicionada, de un corazón destrozado. Sentía en carne propia su impotencia, su frustración, su desesperación. Ella había perdido a sus padres, había perdido su amor, había perdido la confianza en sí misma y en los demás.
Ese dolor la estaba empujando al borde del abismo, llevándola al límite de su resistencia, obligándola a enfrentarse a sus miedos más profundos y a sus demonios más oscuros. Los tres permanecimos en aquel abrazo colectivo hasta que Stefanos, con un gesto sutil, me indicó que Ivory finalmente había sucumbido al sueño. Con sumo cuidado, la acostamos y la arropamos, pero, para sorpresa de ambos, Ivory no nos soltó. Se aferraba a nosotros como si fuéramos su último hilo de conexión con la realidad, su último refugio en medio de la tormenta que la azotaba.
—Stefanos, tenemos que llevarla con urgencia al hospital que la atiende. Mira cómo